La presidenta de Unespa, Pilar González de Frutos, ha analizado la situación actual y posibles escenarios futuros para el sector asegurador.
Ha afirmado que «una de las características más evidentes del
seguro español es que hace ya muchas décadas que dejó de ser un seguro
indemnizatorio para migrar a un modelo de prestación de servicios. Nosotros, en
la medida en que podemos, ya no enviamos cheques; proveemos el
fontanero, el taller, el abogado, el médico que nuestro cliente necesita,
convirtiéndonos con ello en un estabilizador de costes, pues todo aquél que
echa mano de nosotros lo que hace es convertir un coste variable, las posibles
consecuencias de la fatalidad, en un coste fijo que solemos llamar prima o
precio del seguro». Y añade que «somos un modelo de servicio, llevamos
años adoptando y adaptando las mejoras tecnológicas que nos llegan.
Fuimos uno de los principales impulsores de ese cambio hoy
ya asumido que fueron los teléfonos 900, como lo somos ahora de los entornos
digitales y la inteligencia artificial».
Ante la situación generada
por la pandemia, González de Frutos señala que el seguro tiene muchos elementos
contracíclicos. Esto quiere decir que el seguro tiene elementos en su operativa
que hacen que, normalmente, no se vea situado en la primera trinchera de la
crisis. Por tanto, «en situaciones comprometidas como la que hemos
vivido, el sector ha tratado de aportar un entorno de normalidad y
eficiencia; tratamos de colaborar para la recuperación económica».
Afirma que la crisis de la
Covid-19 también «nos ha colocado frente a frente con vulnerabilidades e
ineficiencias que existían en nuestro sistema socioeconómico y resolverlas es
un imperativo para todos si no queremos seguir siendo vulnerables ante las
crisis inesperadas». Para ello propone encontrar entornos de colaboración
público-privada, especialmente en el ámbito de la salud: «Las personas que
integran nuestro sistema nacional de salud no merecen sino el reconocimiento de
todos. Pero los árboles no deberían nublar la visión del bosque; haríamos bien
en ser conscientes de que nuestro sistema sanitario puede verse, se ha visto,
sometido a elevadísimas cotas de tensión, que hacen más absurdo de lo que ya
era el hecho de que estemos en un país que, demasiadas veces, construye sistemas
asistenciales sanitarios, el público y el privado, excesivamente desconectados
el uno del otro».
Insiste en que «la sanidad
privada ha realizado una acción ejemplar durante las jornadas de la pandemia.
Ha donado mascarillas y equipamientos cuando no los había, ha puesto hospitales
y UCIS a disposición de las necesidades de atención; no ha regateado esfuerzos.
La respuesta primaria, afortunadamente corregida por lo que ahora se ve,
fue incrementar su fiscalidad, en un punto en el que no está
gravada en ningún país de Europa. La respuesta, pues, fue ponérselo
más difícil. Debemos aprender que defender la sanidad pública no
debe ser sinónimo de penalizar la sanidad privada. Es más: penalizar a
la sanidad privada es penalizar a la sanidad pública, puesto que es un proceso
que deja a esta sola frente a retos que sólo se pueden enfrentar en coalición».
Por otra parte, la presidenta
de Unespa ha hecho referencia a que la Comisión Parlamentaria de seguimiento
del Pacto de Toledo ha hecho público un dictamen relativo a un sistema de
pensiones como el nuestro, que acusa un significativo déficit de
decenas de miles de millones. «Este dictamen apuesta, básicamente, por
dejar las cosas como están, aunque pretende actuar sobre la edad efectiva de
jubilación para retrasarla y alinearla con la legal; y sigue manteniendo la
línea retórica que siempre ha tenido, en el sentido de reconocer que, por así
decirlo, sería bueno desarrollar un auténtico pilar de la previsión, un pilar
de ahorro capitalizado, en el ámbito de las empresas; pero sin apostar por un
sistema legal y coordinado en ese sentido. Se dice, pues, que algo es deseable;
pero no se trabaja para que sea. En paralelo, desde la Airef, se ataca la
eficacia de las ayudas fiscales al ahorro previsión, lo que ha alimentado al
Gobierno a la hora de limitarlas. Las señales, pues, son claras: ante
los problemas del pilar de reparto, la reacción es dificultar el desarrollo del
de capitalización. Lejos de sumar, pues, se divide».
Critica también abiertamente
una medida que considera «excesivamente miope y desenfocada: el incremento de
la presión fiscal. El seguro se ve afectado con el proyecto de Presupuestos
Generales del Estado por dos flancos: por un lado, el incremento
en dos puntos del impuesto sobre las primas de seguros; y, por otro
lado, el aumento de la fiscalidad del ahorro que
supone la reducción de los límites máximos de aportación a sistemas de previsión
reducibles en la base imponible del contribuyente. El contexto presente no es
el momento para incrementar impuestos.